Esta mañana, preparando la edición de un librito ajeno, estábamos buscando una fecha relevante para cerrarlo ("se acabo de imprimir el día tal de tal, conmemoración de cual, en los talleres de..."), una referencia significativa —y en ese caso laica, por supuesto— que sirviera para levantar humilde acta del momento en el que la publicación levó anclas o nació a la vida; y uno cae en la cuenta de la importancia que tiene para nosotros, seres finitos que vivimos en el tiempo, celebrar el tiempo mismo; como este mismo día, once de mayo de 2010 —día de los santos Antimo, Fabio, Anastasio, Susana, Esteban, Longinos, Demetrio, Florencio, Evelio, Poncio y Estela y algunos más— el mismo que nací a la vida hace ya cuarenta y cuatro años. Deo gratia.
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