A riesgo de convertirme en un tertuliano más —como me dice una buena amiga, supongo que con algo de razón— hoy no me resisto a comentar la noticia que adorna las portadas de todos nuestros periódicos en internet. Hace unos días, nuestro Gran Timonel anunció severas medidas de ajuste, en una dirección radicalmente distinta a la que había venido manteniendo hasta el momento —sin que resulte fácil saber, por otro lado, cuál era la dirección anterior. Pero vamos, si hasta entonces la cosa era "crisis, what crisis?", ahora es "¡uf, no sabéis la que está cayendo!"; si antes nos decía os subo el sueldo poco, pero os lo subo, ahora el lema es os lo bajo bastante, pero os lo bajo; si la cosa era medidas a lo keynesiano con el planE y demás, ahora era se acabó esa milonga y hay que corregir el déficil; si lo de antes era tomad 400 euros que vamos sobraos, ahora la consigna es que hay que ahorrar hasta en sellos. Y dicho y hecho. Ayer, el BOE publicaba el Decreto Ley 8/2010, de 20 de mayo, por el que se adoptan medidas extraordinarias para la reducción del déficit público. Pero ya hablamos de eso hace unos días.
Lo novedoso es que una de las medidas publicadas que más revuelo levantó ayer el Decreto Ley —por su desconocimiento, ya que de las otras íbamos sobre aviso— era la prohibición para las entidades locales, a partir de la entrada en vigor del decreto, de acudir al crédito público o privado a largo plazo (art. 14.2). Los alcaldes de todos los colores se llevaron las manos a la cabeza, las levantaron al cielo y clamaron en todas las lenguas del Estado español; así que hoy, el gobierno ya lo ha corregido: El BOE de hoy, entre las correcciones de errores del mencionado Decreto Ley dice que donde se decía "a partir de la entrada en vigor" debe decir "a partir del 1 de enero del 2011". Ahí va un poco de oxígeno.
Con gran sentido del humor, la Vicepresidenta Económica ha asegurado que no se trata de ninguna modificación de nada, sino simplemente de la corrección de una errata, lo que demuestra una vez más que nos siguen tomando por tontos. Aunque también podía haber apelado para justificar la nueva redacción a las palabras del Líder, que en el mitín de Elche hace unos días ya advirtió que medidas así no deben interpretarse como cambios ni bandazos respecto a la política que había venido manteniendo hasta ahora, sino como una respuesta responsable a las circunstancias (¿y por qué no va a ser también una respuesta responsable a las circunstancias la corrección del art. 14.2 del Decreto Ley?). Para mí que una argumentación así constituye una excusa magnífica para cualquier responsable público: Yo no tengo nunca ninguna culpa de lo que pasa, sino las circunstancias.
Yo estoy seguro de que, en parte, eso es cierto. A nuestro Gran Timonel, como a todos, le hubiera gustado poder gobernar de otra manera y muchas de las cosas que pasan le vienen impuestas por un contexto que le sobrepasa en todos los sentidos. Muchas, seguramente, pero no todas. Pero en todo caso, lo que no deja de sorprender es esa habilidad consentida y aplaudida por muchos, para convencernos de que el baile de la yenka es la apoteosis de la política. Yo he de reconocerles que con semejante Timonel al mando de la nave, ya estoy un poco mareado. Ya sé, ya sé, me dirán que es cosa de la tempestad, claro; las circunstancias.
Con gran sentido del humor, la Vicepresidenta Económica ha asegurado que no se trata de ninguna modificación de nada, sino simplemente de la corrección de una errata, lo que demuestra una vez más que nos siguen tomando por tontos. Aunque también podía haber apelado para justificar la nueva redacción a las palabras del Líder, que en el mitín de Elche hace unos días ya advirtió que medidas así no deben interpretarse como cambios ni bandazos respecto a la política que había venido manteniendo hasta ahora, sino como una respuesta responsable a las circunstancias (¿y por qué no va a ser también una respuesta responsable a las circunstancias la corrección del art. 14.2 del Decreto Ley?). Para mí que una argumentación así constituye una excusa magnífica para cualquier responsable público: Yo no tengo nunca ninguna culpa de lo que pasa, sino las circunstancias.
Yo estoy seguro de que, en parte, eso es cierto. A nuestro Gran Timonel, como a todos, le hubiera gustado poder gobernar de otra manera y muchas de las cosas que pasan le vienen impuestas por un contexto que le sobrepasa en todos los sentidos. Muchas, seguramente, pero no todas. Pero en todo caso, lo que no deja de sorprender es esa habilidad consentida y aplaudida por muchos, para convencernos de que el baile de la yenka es la apoteosis de la política. Yo he de reconocerles que con semejante Timonel al mando de la nave, ya estoy un poco mareado. Ya sé, ya sé, me dirán que es cosa de la tempestad, claro; las circunstancias.
Bueno contertulio no está del todo mal, podía ser peor, profesor universitario atrapado entre el Plan Bolonia, lo cualitativo de lo cuantitativo y algunos otros entresijos de la Filosofía del Derecho y sus personajes sería incluso peor
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