miércoles, 29 de diciembre de 2010

El informe (un relato de Javier W. Fontiveros)

"I struggle to find
any truth in your lies"
Mumford and sons, "Awake my soul"


No es habitual que el cliente encargue una investigacion sobre sí mismo, pero este es el caso de Alicia, obsesionada por saber quién y cómo es en realidad. En esa incansable, agotadora e interminable búsqueda, Alicia consultó con toda suerte de consejeros espirituales y psicoterapeutas de diversas escuelas pero, desencantada por los resultados obtenidos hasta el momento, optó por acudir a una agencia de detectives privados. Era el último recurso —y seguramente no el definitivo— y ahora tenía ante sí, sobre la mesa, el resultado de las pesquisas que la agencia había llevado a cabo en los últimos meses sobre ella. Abrió el informe y comenzó a leer en voz alta, como masticando lentamente las palabras: "No es habitual que el cliente encargue una investigación sobre sí mismo..."

jueves, 16 de diciembre de 2010

Romaria

De un viaje reciente me he vuelto imbuido de música brasileña, como este conocido "country" brasileño de Renato Teixeira, interpretado por Almir Sater, y lleno de "saudade".

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Claustro Universitario

Ay pena, penita, pena. Ayer, sesión ordinaria del Claustro de la Universidad, su "máximo órgano de representación", integrado por miembros del personal docente e investigador, el personal de administración y servicios y los estudiantes, para discutir y resolver los asuntos de costumbre.

El Rector presenta su informe de gestión y las líneas de actuación para el próximo año, y los representantes de unos y otros grupos y sectores intervienen para reflexionar y debatir sobre el presente y el futuro de la Universidad. Salvo alguna honrosa y aislada excepción —con nombre de mujer— las intervenciones tanto del Rector como del resto de los (y las) intervinientes son grises y planas, tanto en el fondo como en las formas, y la mayoría de ellas únicamente preocupada por saber qué hay de lo mío y con la mirada puesta y fija en lo anecdótico y lo inmediato. Ese tono infantil resulta especialmente enfático en el caso de los estudiantes (supongo que me estoy haciendo mayor), consumidores satisfechos y consentidos enarbolando banderas de marca con aire presuntamente revolucionario. En general, las mismas consignas de los últimos años, aunque la realidad sea radicalmente distinta. Vuelo gallináceo.

Hace unos días estuve en una Universidad de un país Sudamericano. Pobre en recursos y rica en ilusión, sus profesores y estudiantes rebosaban algo de lo que me da la impresión que la mayoría de nosotros, con nuestro triste complejo de hidalgo venido a menos, carecemos: el entusiasmo. Y así seguimos, lamentándonos de lo que podríamos haber sido si no fuera por lo que somos, aferrados a espejismos en un desierto de arena, ay pena, penita, pena.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Desplazándome

Se dice que la gente ya no viaja. Se desplaza. Es verdad; y también queda desplazada. Ayer después de unos cuantos vuelos de desplazamiento, piso por primera vez Brasil. Por la tarde, visita a la ciudad y alrededores. Es verdad también que todas las ciudades tienden a parecerse —sin conseguirlo. Pero siempre hay algo que les diferencia: la luz.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Arbitrariedad

Hace muy pocos días, llegó la información sobre la convocatoria de una institución pública universitaria (no diremos cuál, para que nadie se dé por aludido) para proponer cursos y actividades para una Universidad de verano. El plazo finalizaba el próximo día 10 de diciembre, lo que a todas luces parecía un periodo de tiempo exiguo para poder diseñar y proponer cursos en las debidas condiciones (que exige pensar un programa razonable, contactar y acordar con los ponentes adecuados, buscar la financiación necesaria, etc.). Cabía pensar que en la convocatoria había un error, que en realidad se tratara del 10 de enero (la fecha habitual), de manera que una compañera se puso en contacto con los responsables del programa para averiguar si así era. La respuesta, en varios tiempos y llamadas fue que no, que no había un error, pero que vamos, que total, como la Comisión correspondiente se reunía el 10 de enero, pues que si ella lo presentaba más tarde no tenía por qué haber problema. ¿No tenía por qué haberlo?¿pero podría haberlo?¿Y el resto de los posibles proponentes que no hablaron por teléfono con esa persona?¿podrán enviar sus propuesta también fuera del plazo establecido en al convocatoria? Y si es así, ¿para qué está el plazo en la convocatoria?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Opacidad y tecnocracia

El otro día me cuentan algunos de sus responsables que se está implantando en España un sistema centralizado de información de (y sobre) las Universidades españolas. Ello permitirá disponer de una gran cantidad de buena informacion estadística, fiable y regularmente actualizada, sobre cada una de las Universidades y sobre el conjunto del sistema universitario español: lo que nos cuesta enseñar, aprender e investigar, lo que enseñamos, aprendemos e investigamos realmente, etc. Y con qué recursos —económicos, humanos, sociales— cuenta cada Universidad y qué hace con ellos. ¿No les parece magnífico? Mi pregunta inmediata fue si los investigadores y el resto de los ciudadanos tendrán acceso a esa información. ¿No se imaginan, poder valorar en qué Universidad debería estudiar su hijo teniendo a la luz de toda esa información?¿o poder opinar con datos en la mano sobre cuáles son realmente los retos de la Universidad española, o cuál debería ser la política de esta Universidad o de aquel gobierno autonómico o central? Pero seguro que ustedes saben cual fue la respuesta a mi pregunta: No, el acceso será restringido. ¿Por qué este gusto por la opacidad, este secular miedo a la transparencia?

A veces, suelo recordar en mis clases o en mis trabajos aquellas palabras de El nacimiento de una contracultura, de Theodore Roszak, cuando alertaba, en los años sesenta sobre "el gran secreto de la democracia", que reside, decía Roszak, en su capacidad para convencernos de tres premisas relacionadas entre sí:

a) Que las necesidades vitales del hombre son (contrariamente a todo lo que han dicho todos los espíritus eminentes de la historia) de naturaleza técnica. Lo cual significa: las necesidades de nuestra humanidad competen por entero a algún tipo de análisis formal que puede ser realizado por especialistas poseedores de ciertas habilidades impenetrables, y que éstos pueden traducir directamente a un montón de programas sociales y económicos, procedimientos de dirección de personal, negociación y dispositivos mecánicos. Si un problema no tiene una solución técnica de este tipo, es que no debe ser un problema real. Es una ilusión… una ficción nacida de alguna tendencia cultural regresiva.

b) Que este análisis formal (y altamente esotérico) de nuestras necesidades ha alcanzado ya un noventa y nueve por ciento de perfección. (…) Este supuesto conduce a la conclusión de que siempre que surja una fricción social en la tecnocracia, habrá de deberse a lo que se ha dado en llamar un “fallo en la comunicación”. (…)

c) Que los expertos que han sondeado los deseos de nuestro corazón y que son los únicos que pueden seguir velando nuestras necesidades, los que saben realmente de qué hablan, resultan estar incluidos en las nóminas oficiales del estado y/o las sociedades privadas corporativas. Los expertos que cuentan son los expertos bien certificados, y éstos pertenecen todos a los niveles supremos del mando.

Los demás seguimos siendo menores de edad, y no estamos en condiciones de interpretar sus oráculos. A saber qué llegaríamos a hacer o a pensar si tuviéramos acceso a esa información.

martes, 23 de noviembre de 2010

Ideas e ideales (por María José González Ordovás)

Se lean unos u otros libros y periódicos, se escuchen unas u otras tertulias radiofónicas es bastante frecuente que hasta nosotros llegue la idea de que somos una sociedad sin ideas. Una sequía de modelos, concepciones y paradigmas estaría paralizando, o en el mejor de los casos ralentizando, el progreso y evolución humanas. En ese sentido ésta realidad nuestra, huérfana de grandes pensadores, vendría a ser un armazón nuevo con resortes viejos. Cierto es que los sociólogos han pasado a ocupar el papel que en su día perteneció a los filósofos, no sólo descriptores de lo que hay sino de lo que debiera haber o podría haber. De hecho, han sido dos prestigiosos sociólogos de primera fila, Bauman y Touraine, quienes merecidamente acaban de recibir el Premio Príncipe de Asturias a la Comunicación y Humanidades por sus valiosas contribuciones al pensamiento moderno. Pero ¿es casual esa sustitución? Los hechos, los acontecimientos pueden ser casuales pero no parece que puedan serlo las tendencias y estamos ante la presencia de una. No es éste un espacio para la exaltación de la filosofía, poco dada a los altares, sino para reflexionar sobre el porqué de su paulatino abandono. Probablemente la palabra Filosofía tenga para muchos ecos de algo, exótico y hasta esotérico, pero no es así con la Sociología. A ese olvido que la silencia y encubre poco ayuda, desde luego, el vertiginoso ritmo con que cambia todo a nuestro alrededor, el pensamiento blando propiciado por el nuevo lenguaje, el exceso de imágenes e información, el sobrante de morbo y la ausencia del tiempo y el poso preciso para la reflexión. Pero por encima de todo ello y más que ninguna otra causa, es imposible generar ideas sin ideales. Desde luego, si por ideales se entiende una pasión desenfrenada por el consumo que roza la embriaguez, una identificación entre la felicidad y la acumulación de experiencias ociosas, nosotros, sin duda alguna los tenemos. Pero si por ideales se entienden las utopías no especulativas sino espirituales, lo invisible que mueve lo visible sin pretensiones comerciales o crematísticas, mucho me temo que de eso tenemos menos. Tal vez sea momento de reparar no sólo en los medios sino también en los fines, el momento de trascender la idea clásica de la Filosofía entendida como amor a la sabiduría para pasar a una Filosofía esbozada como saber para amar (léase Enmanuel Lévinas). Pues sin amar no puede haber ideales y sin ellos no habrá ideas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Nueva interpretación

Nueva interpretación política, de la famosa frase de Ammonio: "Amicus Plato, sed magis amicus umbilicus meus". ¿Lo dije bien?

jueves, 4 de noviembre de 2010

Tres reflexiones a propósito del comentario de ayer

Tres reflexiones —"hauerwasianas"— a propósito del ejemplo del pacifismo cristiano de los hermanos Berrigan (al que nos referíamos en el comentario anterior):

(1) La noviolencia no elude el conflicto; al contrario, más bien lo exige: conflicto con los poderes del mundo que mantienen la apariencia del orden mediante la amenaza y la violencia.

(2) Sin perjuicio del compromiso individual, la noviolencia es una apuesta esencialmente comunitaria: que se ejerce en comunidad y construye comunidad.

(3) La noviolencia no es una forma de protegerse, sino de "exponerse", una forma de búsqueda, pero no de cualquier modo ni a cualquier precio, de la justicia y la verdad —aunque esas palabras para algunos hayan perdido todo su sentido. "Ser cristiano —dice S. Hauerwas— significa que tú nunca puedes protegerte de la verdad".

Corolario: aprender eso también significa preguntarse qué es uno mismo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Novedad editorial

La vida de los hermanos Daniel y Philip Berrigan resulta apasionante desde cualquier perspectiva. Ambos formaron parte de una generación que hizo compatible la vida espiritual y el activismo político, con figuras tan destacadas como Dorothy Day, Thomas Merton y Thich Nhat Hanh. En esta biografía se resalta su compromiso radical con el pacifismo, que les llevó a ser los primeros sacerdotes católicos encarcelados en los Estados Unidos por un motivo político. Líderes de la contestación a la Guerra de Vietnam, sus actos de desobediencia civil, vivida como imperativo moral, inspiraron a numerosos grupos a lo largo y ancho del país. El movimiento Plowshares, que fundaron en 1980 y que pervive en la actualidad, extendió la lucha antinuclear no-violenta a otros continentes. En el caso de Daniel, el activismo político, la creación de una cultura de paz y su fidelidad a su vocación jesuita están íntimamente ligados a su faceta de escritor. Este trabajo incluye también la entrevista que los autores le realizaron en agosto de 2009.

Andrés García Inda y Bárbara Arizti Martín: Los hermanos Berrigan, Instituto Emmanuel Mounier. Colección Sinergia. Serie verde núm. 38, 2010, 137 págs. (http://www.mounier.es/ )

martes, 2 de noviembre de 2010

Mito e historia

Ayer por la tarde, trabajando con la radio puesta, escucho como rumor de fondo una tertulia en la que los participantes conversan sobre los grandes inventos de la humanidad. Uno de los tertulianos subraya la gran contribución al desarrollo científico que se hizo en el mundo helenístico y la brecha que, en su opinión, se introduce con la aparición del cristianismo y la Iglesia Católica, que supone el freno definitivo a ese desarrollo de la ciencia y la razón —una "edad oscura"— hasta la aparición, dice expresamente el tertuliano, de Nicolás de Cusa y Roger Bacon. Como todas las tertulias radiofónicas suelen ser bastante homogéneas, nadie le corrige, claro.

El comentario me despierta de mi letargo radiofónico. Es el argumento típico, y políticamente correcto en los tiempos que corren, para situarse del lado del progreso y la razón frente a la oscuridad del mito. Pero por mucho que se repita no deja de ser falso históricamente. Como muestra un botón: quizás el tertuliano olvidó que Roger Bacon era un fraile franciscano —que, ciertamente, y como tantos otros antes y despues de él, tuvo problemas con sus superiores por sus críticas al modelo aristotélico— y que Nicolás de Cusa era un sacerdote y teólogo católico, estrecho colaborador del entonces Papa, que le nombró cardenal.

Pero no son los únicos ejemplos. Si Vds. quieren profundizar en ello, les recomiendo la lectura del libro de David Bentley Hart: Atheist Delusions. The Christian Revolution and Its Fashionable Enemies (Yale University Press, 2009). Para desmitificar los mitos del discurso presuntamente antimitológico (y perdón por el trabalenguas).

jueves, 28 de octubre de 2010

Cuestiones de interpretación

A propósito del comentario de hace una semana sobre "lenguaje de género", L. me pasa distintas referencias de textos normativos donde para contribuir a la "visibilización linguística" se utiliza reiteradamente la expresión "trabajadores y trabajadoras" en todos los artículos... menos en uno, que sólo hace referencia a los varones. ¿Lapsus del legislador?¿olvido o distinción intencionada? Un ejemplo más de las transformaciones del derecho, las deficiencias de técnica legislativa y los problemas de interpretación.

martes, 26 de octubre de 2010

Leyendas, tradiciones culturales y normas

Leyendo esta tarde el libro de J. Maclure y Ch. Taylor sobre la laicidad: "Las normas de una sociedad no están sólo determinadas en función de principios de justicia abstractos: lo están también en función de su inscripción en un contexto cultural determinado (su demografía, su historia, etc.)" (Laïcité & liberté de conscience, Paris, La Découverte, 2010, p. 86). ¿Y no están también así, culturalmente determinados, esos principios de justicia abstractos?

Al subrayar esa cita, me he acordado de una sentencia judicial reciente, y curiosa, que se coló hace unas semanas en las páginas de los periódicos, en la que el juez acordaba la tenencia compartida —y el régimen de visitas, por así llamarlo— del perro de una pareja que se había separado. La sentencia es del Juzgado de 1ª instancia número 2 de Badajoz, con fecha de 7 de octubre de 2010 y, en el fondo, la decisión —sobre la que existen similares precedentes— no tendría por qué resultar especialmente llamativa.

En términos estrictamente jurídicos el asunto se reduce a la discusión sobre si un determinado bien es privativo o no y, en caso de que no lo sea, si cabe atribuirlo únicamente a uno de los "copropietarios" o qué régimen de disfrute compartido debe acordarse. Lo curioso de este caso es que el bien no era un piso, una finca de recreo o una motocicleta, sino un ser vivo —un perro— con el que las personas en general —y los litigantes del caso, en particular— mantienen una relación que va más allá de lo meramente instrumental. Y en ese punto radica lo sorprendente —o lo extravagante, según se quiera— de la argumentación de la sentencia, en su fundamento jurídico tercero, dedicado a justificar la existencia de un interés jurídico (véase la sentencia completa aquí).

El juez reconoce que el conflicto planteado —sobre la tenencia de un animal compartido— es susceptible de tutela jurisdiccional simplemente por el hecho de ser "bienes apropiables", pero una calificación semejante no parece hacer justicia —y con razón— a la relación entre el "dueño" (o dueños, en este caso, en plural) y su mascota, y de ahí que recurra además, complementariamente, pero de modo extenso, a otras "tesis filosóficas que, yendo más allá y con buena dosis de razón, buscan convencernos de que los animales son seres sensibles e independientes, no simples objetos cuya existencia se reduce a satisfacer nuestros intereses humanos".

La argumentación en ese punto (todo el fundamento jurídico 3º) es algo confusa: referencias varias a Google (en lo que podría ser un discutible ejemplo del criterio sociológico de interpretación) a la arqueología y al saber común ("se dice que..."), encabezadas por una "leyenda de los indios norteamericanos", la del Dios Nagaicho, creador del mundo, que tenía un perro a su lado. Todo ello para justificar la interpretación de la relación entre el perro y su amo no sólo como una relación de dominio, sino como una forma de relación "parental".

Todas ellas son referencias ad exemplum, pero que a más de uno, si las lee, dejará perplejo y a otros seguramente encandilará por su exotismo. Para estos últimos: ¿se imaginan ustedes si en lugar de citar a Nagaicho, el juez hubiera recurrido a las Florecillas de San Francisco o a la historia de San Roque, para algunos patrón de los perros? Para los primeros, en cambio, quizás habría que preguntarse, más allá de lo insólito de las referencias y de la confusión que las adorna, sobre el inevitable papel que tradiciones y narraciones culturales juegan, aquí explícitamente y en otros casos de forma oculta, en la determinación del sentido de las normas y las decisiones jurídicas.


viernes, 22 de octubre de 2010

Esta tarde

Esta tarde, el tiempo es un hombrecillo que pasea en silencio, despacio, con las manos a la espalda, de un lado al otro de la habitación, al compás del latido del reloj. Mientras leo, junto a la ventana, amo este débil trozo de sol que se cuela entre los visillos.

jueves, 21 de octubre de 2010

miércoles, 20 de octubre de 2010

"Sujetas"

Las reivindicaciones lingüísticas en materia de género, en su ánimo por transformar la realidad forzando las expresiones del lenguaje común, suelen dar lugar a formulaciones extravagantes —y en ocasiones malsonantes— que uno no sabe si contribuyen a la causa que se pretende defender o más bien la ridiculizan. De todos es conocida la polémica que suscitó la utilización de la expresión "miembros y miembras" por parte de una ministra del gobierno...

Hoy acabo de encontrarme otra de esas expresiones curiosas entre la información que ofrece el Plan estatal de formación continua de la Carrera Judicial para el año 2011 del Consejo General del Poder Judicial. Dicho Plan incluye entre su programa de actividades un curso o seminario sobre "Lenguaje jurídico y género" que, en su ánimo por "visibilizar" a las mujeres, se refiere a éstas como "sujetas de derechos". Es cuestión de tiempo, se dirá, que una expresión como esa se incorpore al lenguaje común. Es posible. ¿Subversión del lenguaje o neolengua? Tiempo al tiempo.



lunes, 18 de octubre de 2010

Tenis

A última hora de la tarde, cuando la tarde se apaga, aguardo solo, en silencio, en la sala de espera de un centro de salud, bajo una luz incolora e insípida, la misma luz de todas las salas de espera del mundo. Al otro lado del pasillo, en otra consulta, cuatro mujeres —tres jóvenes y una anciana— esperan su turno en silencio; un silencio anónimo y lento, acolchado solo por pequeños ruidos lejanos de voces, pasos y puertas, y que la anciana se empeña inútil y periódicamente en romper, lanzando anzuelos de conversación que sus compañeras de sala no tienen ningún apetito ni interés en morder: sobre el cambio de médico, sobre la enfermera, sobre su dolencia, sobre el tiempo, sobre el recuerdo de su padre... Cuando pueden, las jóvenes esquivan su mirada lanzándola hacia el techo frío y cuando no, sonríen y asienten con la cabeza, entre desconcertadas y amables, como si la anciana les hablara en un lenguaje lejano y extraño, absolutamente incomprensible para ellas.

Entre un comentario y otro, y una y otra cominería, la anciana hace invocaciones, entre suspiros, a vírgenes y santas, pero sin conseguir respuesta ni expresión alguna por parte de su audiencia. Como si fuera un jugador de tenis lanzando pelotas al otro lado de la red en una cancha vacía. Pero no es ofensa ni desprecio la respuesta, pienso; sencillamente, no saben jugar a tenis.

En esas estamos, cuando llega otra mujer que a la primera de cambio responde al comentario de la anciana —qué más da de qué se trata— y comienza un juego intenso con un montón de pelotas pasando de un lado al otro de la sala, por unos segundos; hasta que un altavoz metálico interrumpe el juego llamando a la consulta: ¡Deuce!

domingo, 17 de octubre de 2010

Inventario

Hago recuento despacio, pasando las horas,
con la habilidad minuciosa
de un oficinista.

Inventario y contabilidad
del día:

un escalofrío al levantar,
un cielo azul, enorme, vacío de cometas,
un lápiz casi nuevo, del que salió un poema,
diez minutos hablando y un rato de silencio,
planchar una camisa,
beber un vaso de agua,
un verso escondido en la lectura,
entre la prosa: "la alegría
de sentirse mortal".
Y un puñado de cometas
en los bolsillos
esperando que amanezca
un cielo azul
otro día.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La ley

No es usual que, en un pequeño quiosco callejero, uno pueda adquirir la legislación básica del país, comentada y concordada. ¿La ley al alcance de todos?

martes, 12 de octubre de 2010

Luz

Amaneció nublado en Medellín, con una lluvia fina de la que el sol sin embargo no tardó en deshacerse, para imponer el resto del día una luz fuerte, blanca, cegadora, que salpica toda la inmensa ciudad, como si fuera un empeño del cielo en subrayar con un rotulador fluorescente la palabra dolor.

Paseamos desde plaza Botero, por Carabobo, entre una multitud de paisas al frente de todo tipo de negocios: minúsculos, pequeños y medianos; legales e ilegales. Todo es una algazara de voces y reclamos, tratando de sobresalir por encima del mar de ruido de los coches y las motos. J. F. nos cuenta el trabajo y la investigación que lleva a cabo con los vendedores informales de la zona y el caso del "loro detenido": Al parecer, alguno de los vendedores de la calle adriestó un loro para que pudiera alertar de la llegada de la policía a quienes comercian sin permiso de ningún tipo; al enterarse de ello, la policía dispuso un pequeño operativo para localizarlo y acabó no se sabe si por confiscarlo o detenerlo.

De vuelta a plaza Botero, nueva visita al Museo de Antioquia —hoy además es gratis— para contemplar otra vez no solo la colección de Botero, sino el resto de las exposiciones. Entre todas ellas, como si estuviera esperándonos escondida, la discreta luz y la intimidad de la pequeña escena Confidencias, del pintor colombiano Antonio Cano. Otro regalo de luz.

jueves, 7 de octubre de 2010

Las cosas que no pasan

A diferencia de otros años, este curso son más numerosos los alumnos que acuden a clase con un ordenador portátil. Esta tarde, en el aula, mientras explico aburridas disquisiciones teóricas, un grupo de ellos escucha mientras teclean lejanos —con la soltura y desapego de una cajera de supermercado— en sus pequeñas computadoras de diseño. Imagino que de vez en cuando van tomando notas de lo que digo; y sé que cuando ya están suficientemente cansados de oírme se entretienen consultando el correo, curioseando en internet o comunicándose con alguien. Por un momento, la clase recuerda una pequeña y moderna sala de máquinas donde jóvenes ingenieros manejan con habilidad e indiferencia, desde sus consolas, los designios de quién sabe qué sistema.

En esas estoy, y a punto de dar una vuelta de tuerca más a la diferencia entre dos grandes formas de contemplar la vida social, cuando caigo en la cuenta de que en realidad, desde su minúscula sala de mandos, los pequeños ordenadores van controlando y dirigiendo el ritmo y el desarrollo de la clase. No son sus manos las que teclean al compás de mis palabras, sino al revés: es mi voz la que reproduce la música de oficina que ellos van creando con su teclado, y de la que una coda de silicio y plástico anuncia su inminente final. Hasta que ponen fin a sus operaciones; o a su juego. Guardar cambios, cerrar sistema, apagar equipo: Fin de la clase.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Un trébol común

Este blog no es un diario; pero se le parece. Ce n'est pas une pipe. Cada día, al escribir, toca hurgar en lo excepcional de cada día, lo admirable: lo cotidiano. Escribía hace años —en sus Nótulas— Cristóbal Serra que "la rutina no sólo es el substrato de nuestras vidas. Es también el viento que hincha la vela de la imaginación".

Hace ya unos cuantos años, una tarde de verano, en un viaje con unos amigos, me encontré un trébol de cuatro hojas, que todavía conservamos en casa como recuerdo de lo extraordinario de aquel viaje y de aquel momento. Bueno, en realidad yo no encontré el trébol; me encontró él a mí. Yo no lo busqué: se me apareció casi sin quererlo entre la hierba de un pequeño prado que, a modo de plaza, alfombraba la entrada a la iglesia del pueblo.

Hace unos días, recordé una vez más ese pequeño tesoro leyendo el Autorretrato con radiador de Christian Bobin: "Un trébol de cuatro hojas, no se descubre tan a menudo, es raro, casi un milagro. Sí, de acuerdo, pero considero ya milagroso un trébol de especie común, con tres hojas, no salgo de mi asombro ante estas cosas tan banales y yo ante ellas, destinado a desaparecer". Como el día de hoy: un trébol común y su alegría.

martes, 5 de octubre de 2010

Libros

Hay libros que, por muy voluminosos que sean, se leen como un adolescente se zampa un enorme y suculento bocata; los hay que, por muy interesantes que nos los presenten, se nos atragantan como un plato frío de lentejas; y hay algunos pequeños, casi insignificantes, que sin embargo tomamos a pequeños sorbos, alargando la lectura, saboreando cada una de sus palabras. Y todos nos dejan con hambre.

"Un libro —dice Christian Bobin—, un verdadero libro, no es alguien que nos hable, es alguien que nos oye, que sabe oirnos".

domingo, 3 de octubre de 2010

Sed

"... voy a derramar agua sobre el sequedal
y torrentes en el páramo..." (Is. 44,3)


Con unos cuantos amigos y amigas, hacemos una pequeña excursión a Uncastillo, recorriendo y recordando los espacios que poblaron algunos años de nuestra juventud, y reconociendo nuevamente el mensaje de gestos transmitido silenciosamente por sus piedras y que va apagándose lentamente, de generación en generación: Santa María, San Juan, San Felices, San Martín...

A la vuelta, el otoño empieza por fin a desperezarse y rompe a llover por el camino. Un fuerte y húmedo olor a tierra y cereal lo invade todo. El agua apaga la sed de los campos y despierta la nuestra. Otra sed.

sábado, 2 de octubre de 2010

Día internacional de la no violencia

Hoy, día 2 de octubre, hace 141 años que nació Mahatma Gandhi. Desde 2007, Naciones Unidas decidió que esta era una buena fecha para celebrar el día internacional de la no violencia. Para desaprender la guerra.

viernes, 1 de octubre de 2010

Guirnalda

Mientras leo, coloco pequeños trozos de papel de colores adhesivo en algunas de las páginas del libro, para señalar párrafos, ideas y expresiones. En algunos casos, el resultado es una pequeña guirnalda que sobresale festiva por los cantos, anunciando todo lo que se celebra en su interior; como hoy: una fiesta inaudible y silenciosa, hecha de guiños, risas contenidas y palabras.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Preludio

Salgo de clase, a última hora de la tarde, agotado después de una jornada intensa. Ya ha anochecido, pero la temperatura es cálida, casi veraniega —el otoño es como la primavera vuelta del revés, me dijo una vez A.— y a través de la ventana abierta llegan hasta el despacho los ecos del conservatorio cercano: una amalgama confusa de notas, escalas y fragmentos de diferentes melodías, interpretadas torpemente por instrumentos de cuerda y de viento, pero que juntos recuerdan el sonido involuntariamente armónico de la orquesta afinando antes de empezar un concierto. Como si fuera una bandada de pájaros revoloteando excitados antes de iniciar su travesía. Un incierto preludio. Vida.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Día de huelga general

Venire contra factum proprium non valet. Hace un par de días contaba la prensa que algunos diputados socialistas que votaron sí a la reforma laboral se han manifestado a favor de la huelga general convocada para hoy, al parecer en contra de esa misma reforma. ¿Estarán arrepentidos de su voto? Más bien parece que es otro síntoma de eso que podríamos llamar con Z. Bauman "política líquida": sinuosa, movediza y fugaz. O a lo mejor, simplemente, es que la huelga en realidad no tiene nada que ver con la reforma que apoyaron.

* * *

Predicar con el ejemplo
. A. me cuenta que en cierto departamento de la Administración algunos funcionarios no pensaban hacer huelga en esta ocasión, molestos por el hecho de que en la última convocatoria (hace unos meses) los delegados sindicales asignaron a ese día sus horas sindicales, para evitar que les descontaran del salario la jornada correspondiente, como al resto de compañeros. Desconozco si es una práctica extendida entre los representantes sindicales y le pregunto a G., que sospecha que en su empresa es lo habitual. Tal vez son casos aislados; o un ejemplo más de eso que Lipovetsky llamaba el altruismo indoloro.

* * *

La Facultad está casi vacía. Algunos han hecho huelga y otros simplemente no han venido. A media mañana, una compañera me cuenta visiblemente alterada las dificultades que ha tenido para llegar porque un grupo de huelguistas le ha impedido el paso por la fuerza. Busco en el diccionario una definición que evite el manido recurso a los eufemismos. La encuentro: Matonismo: "Conducta de quien quiere imponer su voluntad por la amenaza o el terror". Sea quien sea el matón.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Un cubo lleno de luz

"Un cubo lleno de luz". Una celebración. O la alegría silenciosa y profunda del niño que disfruta con su regalo el día de Reyes. Algo así es la lectura de Christian Bobin. Dice al dictado de las flores que se estremecen con el paso del tiempo: "Lo que constituye un acontecimiento es lo que está vivo y lo que está vivo es lo que no se protege de su pérdida". Y en otro lugar: "Yo buscaba mi alma, es decir, esa luz que cada uno debe dar antes de morir". Busquemos, pues, aun a sabiendas de que es solo regalo que se da gratuitamente —gracia.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Tres comentarios banales

P. nos cuenta que en el colegio de sus hijos, por ser bilingüe, celebran cada año el día de San Patricio, el día de acción de gracias y Halloween. Seguramente, está bien que así sea. Si alguien propusiera que en su lugar se celebrara el día de Todos los Santos, la festividad de los mayos o la fiesta del Yom Kipur, por decir algo, probablemente sería tomado por un paleto o por un sectario. Son las cosas que tiene el cosmopolitismo global.

* * *

Tomando café con unos estudiantes, estos derivan inesperadamente la conversación hacia el elevadísimo precio de los percebes y resulta que están perfectamente al día de su cotización en mercados y restaurantes, dando la sensación —pretendidamente o no—, de que no hay nada que ellos no sepan o disfruten o no esté a su alcance.

* * *

En otra conversación de pasillo, y a propósito de las elecciones primarias que están desarrollándose en algunas comunidades autónomas, alguien bromea proponiendo que la selección de los representantes políticos se haga a través de un reality show televisivo de esos en los que se encierra a varias personas en un mismo espacio y se les obliga a convivir y demostrar sus habilidades y su capacidad de resistencia, y se muestran al público sin ninguna intimidad. Alguien sugiere además que el proceso de selección debería incluir pruebas de baile, como ocurre en alguno de esos programas.

Puede que la sugerencia no sea trivial. En una de sus novelas —La nariz de un notario— el escritor francés Edmond About ya dejó patente la estrecha relación existente entre la danza y la política: "Has de saber, querida mía, que la danza y la política son hermanas gemelas. Agradar, cortejar al público, tener la vista fija en el director de orquesta, componer el rostro, cambiar a cada momento de traje y de color, saltar de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, dar vueltas rápidas, caer de pie, sonreir con lágrimas en los ojos, ¿no es ese, en pocas palabras, el programa de la danza y de la política?".


jueves, 23 de septiembre de 2010

Cantar y callar

En su último libro —Sociedad limitada—, el poeta Miguel D'Ors tiene un divertido poema en el que cuenta sus siete motivos para desear que no le dediquen una calle. Entre otros, dice, "porque el futuro, / al verme celebrado por mi tiempo, / acaso pensaría que fui cómplice de él. / Que quede claro, fréres humains, que yo no tuve / nada que ver con esto".

Sus versos me han venido a la cabeza y a los labios al contemplar la urgencia con la que el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido cambiar el nombre del Parque Grande de la ciudad y ponerle el del desaparecido José Antonio Labordeta. Aunque la prisa del Ayuntamiento no ha sido la única para no perder comba con la reacción social ante la muerte del cantautor, escritor, viajero y político aragonés, convertido ya en un referente identitario y cultural, en una figura moral. Algo así, me parece, sugería en un artículo en El Mundo de ayer su amigo Eloy Fernández Clemente (ver aquí).

Decir a veces es disentir; callar, en ocasiones, es una forma de cantar. No sé si Labordeta —a quien no tuve la suerte de conocer personalmente, pero con quien aprendí y disfruté desde hace muchos años leyendo sus versos, cantando sus canciones y contemplando sus viajes— hubiera suscrito esas palabras; pero son las primeras en las que he pensado a la hora de digerir la vorágine de estos días, el dolor de unos y la ansiedad de otros; y de entender su significado.


miércoles, 22 de septiembre de 2010

Dos blogs

1. Antes se decía que para "realizarse" en la vida había que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Dicen que hoy lo que se lleva es tener un blog. Bromas aparte, es verdad que esto de alimentar un blog puede considerarse para muchos como puro divertimento o un ejercicio de narcisismo, pero hay quien se juega la vida —en sentido literal, no figurado— con estas cosas. Es el caso del bloguero iraní-canadiense Hossein Derakhshan, tal como cuenta el diario El Pais: aqui.

2. Echo un vistazo al blog del movimiento "Pobreza cero" en Aragón (http://pobrezaceroaragon.blogspot.com/), que trabaja para exigir el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio acordados en la cumbre celebrada el año 2000 y que van camino de convertirse en papel mojado. A última hora de la tarde, acudo unos minutos a la concentración que han convocado hoy mismo. Hay unos centenares de personas, la mayoría jóvenes. Y entre ellos, paradojas de la vida, un mendigo va pidiendo limosna.

martes, 21 de septiembre de 2010

Caso práctico

Aunque formalmente el primer día lectivo era ayer, de hecho es hoy cuando ha empezado el curso en la Facultad de Derecho, así que les propongo un caso práctico; de laboratorio, claro: cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad.

Caso práctico: Imaginen una empresa de tamaño medio. A principios de año, la empresa fija el calendario de vacaciones que incluye la distribución de los turnos de verano para los diversos trabajadores, y que en ese momento nadie impugna. A uno de los trabajadores, Cayo-Ticio Pompiliano, le correspondió el primer turno del mes de agosto, que disfrutó merecidamente con su familia en una playa de la Costa Dorada.

Después de las vacaciones, Cayo-Ticio se reincorporó a su trabajo y semanas después cayó en la cuenta de que, en su opinión, la distribución de las vacaciones veraniegas que había hecho la empresa no le beneficiaba, por lo que decidió impugnar el calendario fijado por la empresa y solicitar que se le otorgue un nuevo periodo vacacional, que pasaría a disfrutar en los próximos días.

Cayo-Ticio acude para ello a la sección sindical correspondiente, que se hace cargo de la representación y defensa procesal de sus derechos e intereses legítimos, e interpone la correspondiente demanda contra la empresa ante los Juzgados de lo Social.

Cuestiones para el debate: ¿Considera razonable la solicitud de Cayo-Ticio?¿Considera razonable que la organización sindical interponga semejante demanda —con la consiguiente inversión de tiempo y recursos por su parte, por la parte demandada, la organización judicial, etc.?¿Cómo la calificaría, desde un punto de vista jurídico y social?

sábado, 18 de septiembre de 2010

El Tao del blog

Sí, ya sé que últimamente tengo algo descuidado el blog. El ritmo del verano parece haberse impuesto hasta estos últimos días, que he estado en un Congreso en Bilbao, y de donde me he venido, gracias a J. A. S., con la que parece ser la primera edición del Tao Te Ching en España bajo el brazo, la que hizo el jesuita Carmelo Elorduy y publicó la Facultad de Teología de Oña en 1961.

Decía Lao-Tse que "Treinta radios hacen el cubo de una rueda, pero lo útil para el carro es su nada (el vacío de su hueco). Con arcilla se fabrican las vasijas, pero en ellas lo útil es la nada (de su oquedad); se agujerean puertas y ventanas en la casa, y la nada de ellas es lo más útil para ella..."

Seguramente alguien me podrá añadir que con las palabras se construye un blog, pero lo más interesante o útil son sus silencios.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Lo imposible

Desconozco cuál es la fórmula que hace que algunas lecturas nos sigan estremeciendo casi con la misma intensidad de aquellas que nos abrieron los ojos cuando éramos jóvenes. Imagino que los factores son diversos: la calidad literaria, sin duda; el testimonio que aportan, tal vez; su capacidad para hurgar en las llagas cotidianas, o para tocar, siquiera sea levemente, los resortes del placer... quién sabe. Sea como sea, de vez en cuando, uno se encuentra con esa experiencia; la de que la lectura se convierta precisamente en un encuentro. Hace un par de años me sucedió con un libro que sigo teniendo a mano, y abriendo y ojeando de vez en cuando, como para no olvidarlo: El diario de la felicidad, del abogado y literato rumano Nicolae Steinhardt, en el que entre otras muchas cosas cuenta su detención y condena por participar en grupos literarios y su conversión en la prisión:

Lo imposible.
Esto es lo que se nos pide.
(...)
Sólo que existen dos tipos de imposible: existe el imposible imposible y existe el imposible posible. El imposible imposible —el físico— no tiene ninguna importancia y está desprovisto de significado. El ejemplo dado por los antiguos juristas —aunque hoy en día ya no tiene gracia— es totalmente concluyente: no puedes obligarte por contrato a ir a la luna. Está claro que esto no quiere decir gran cosa. Pero no es esto lo que se te pide. Se te pide otra cosa. No se te pide que vayas a la luna. Se te pide —y es algo completamente diferente— la luna. Y preferentemente azul.
Mientras no nos salgamos de lo posible, de la contabilidad, no podemos ni concebir ni pretender el paraíso.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Dos recortes de prensa

1. Leo en la prensa (esta vez en el ABC: aquí), que la Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) reclama diversas medidas para facilitar la conciliación de la vida familiar y profesional (lo cual está muy bien); y entre ellas se pretende que los centros escolares abran incluso los domingos: que estén abiertos las 24 horas de todos los días del año. Según uno de los miembros de la junta directiva de la organización —dice el periódico— ello "ayudaría a que los padres puedan encargarse de su negocio. Supondría una conciliación real de la vida familiar con la profesional".

No desconozco las enormes dificultades que tienen muchas personas para conciliar en la práctica su vida familiar y laboral, ni el esfuerzo y el cariño infinito con el que cuidan a sus hijos, pero la propuesta de la CEAPA también tiene algo de sorprendente: ¿es una medida para conciliar ambas dimensiones de la vida o simplemente para "ajustar" o someter la vida familiar a los imperativos de la vida profesional?¿Y dónde pondremos el límite? Ya puestos, si no, ¿por qué no dejar directamente a los niños en centros escolares desde su nacimiento para que los padres puedan trabajar y producir como el mercado exige?

A la postre, algo así era lo que proponía aquel filósofo ginebrino —vanidoso, egoísta y algo desequilibrado, todo sea dicho— que, para poder dedicarse enteramente a sus negocios —intelectuales, en ese caso— abandonó a sus cinco hijos en el orfanato y pasó a la posteridad predicando las virtudes de una educación comme il faut, transferida de modo íntegro y absoluto al Estado, porque al fin y al cabo, como decía él mismo, no somos sino posesiones del Estado. ¿O no?

2. En El País, artículo de opinión de Gregorio Peces-Barba (véase aquí), en el que arremete contra Tirios y Troyanos. Una de sus catilinarias va dirigida contra un obispo del Opus que al parecer ha criticado la Ley del Aborto "con una virulencia desmesurada". En su critica al obispo, Peces-Barba afirma tajante que "no hay cotos vedados a la soberanía del Estado". Es verdad. Si no, que se lo pregunten a Shakinah Mohammadi Ashtiani, que espera en la cárcel iraní de Tabriz la ejecución de la pena —a morir lapidada— a la que ha sido condenada por los Tribunales del Estado, acusada de adulterio; o a Brandie Gardner, la hija de uno de los últimos ejecutados en Estados Unidos; o a los cientos de miles de personas anónimas víctimas de las guerras en Iraq, Afganistán... Soberanía del Estado en estado puro.

martes, 7 de septiembre de 2010

Normas y creencias

Llevo toda la tarde dándole vueltas en la cabeza a un reportaje que publicaba hoy el diario El País, sobre una sentencia del Tribunal Supremo en la que se resuelve un caso de los que se conocen como wrongful birth (nacimiento equivocado). A saber: unos padres que reclamaban patrimonialmente por un diagnóstico prenatal erróneo que privó a la madre de la posibilidad de decidir sobre si abortar o no. El debate no es nuevo. Y el Tribunal Supremo, como hizo previamente el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, les ha dado la razón, e incluso, al parecer, ha ido más allá en su argumentación. Pero como no tengo todavía ninguna de las dos Sentencias, me reservo el comentario y la opinión para cuando consiga leerlas. Ya saben que en esto del derecho, tan importante es la decisión como las razones que la avalan. A veces, con buenos argumentos tomamos malas decisiones y en otras ocasiones decidimos bien pero argumentamos mal. Y como en el reportaje periodístico se mezclan diferentes argumentos y opiniones, prefiero esperar a ver qué ha dicho realmente el Tribunal.

Sin embargo, entre esas opiniones que recoge el reportaje periodístico (que yo he leído en la versión digital de El País y puede consultarse aquí), hay una que me ha llamado la atención: Según su experiencia, dice uno de los expertos consultados por el periódico, "quien se opone al wrongful birth lo hace por cuestiones ideológicas, no jurídicas".

La afirmación me sorprende porque es un argumento que se está convirtiendo en un lugar común últimamente, que ya he visto esgrimir a propósito de otros asuntos y porque así enunciado resulta un tanto falaz (en mi modesta opinión). Siempre pensamos que nuestras posturas se fundamentan en razones mientras que los demás las sostienen sobre creencias. Pero lo cierto es que tanto en uno como en otro caso las argumentaciones suelen remitir a valores o principios cuyo fundamento último es ideológico.

Entiéndaseme: no estoy adoptanto una posición en torno a la cuestión del "nacimiento equivocado" (no todavía, antes de conocer el fundamento de las sentencias) sino sobre las condiciones para adoptar esa posición. Por supuesto que quienes se oponen a la doctrina del "wrongful birth" lo hacen por razones ideológicas; pero las razones de quienes defienden esa doctrina son también igualmente ideológicas —aunque diversas, imagino. La cuestión es sí esas razones, tanto en uno como en otro caso, encuentran además algún fundamento doctrinal o normativo —jurisprudencial, legal, constitucional. Dicho de otra forma: en cuestiones como la que refiere el reportaje, puede que el debate no tenga lugar sólo entre juristas —de un lado— y moralistas o ideólogos —de otro—, como podrían pensar algunos, sino entre juristas de ideología diversa.

30 años "arando" por la paz

El 9 de septiembre de 1980, ocho desobedientes civiles irrumpieron en la planta de la "General Electric" en King of Prussia, Pennsylvania, donde se fabricaban parte de las cabezas nucleares Mark 12-A, para protestar contra la guerra y la carrera de armamentos; golpearon con martillos dos de los conos preparados para albergar cabezas nucleares y vertieron sangre sobre los documentos. El gesto y el nombre escogido por el grupo respondía a una cita del libro del profeta Isaías “De las espadas forjarán arados, y de sus lanzas podaderas” (Is. 2, 4). E iba bautizar el movimiento de los diversos grupos que desde entonces han venido llevando a cabo acciones de desobediencia civil en Estados Unidos, Australia, Alemania, Holanda, Suecia, Irlanda e Inglaterra: Plowshares (arados).

Para más información:


viernes, 3 de septiembre de 2010

Evaluación a la boloñesa

Voy poniendo las notas, a través de la plataforma informática de la Universidad. Voy introduciendo en el ordenador las calificaciones numéricas de los estudiantes que se presentaron al examen y el sistema, automáticamente, genera la nota final: 5... aprobado; 7... notable; 3... suspenso; 6,5... aprobado...

Uno de los estudiantes tiene un cero. Se presentó al examen pero lo entregó literalmente en blanco, así que introduzco la calificación, doy al "enter" y automáticamente aparece... "no presentado". Pero él sí se presentó, me digo a mí mismo, lo que pasa es que sacó un cero. Sin embargo, al parecer, no es posible calificar con un cero a un estudiante. Se supone que "algo" habrá puesto o "algo" habrá hecho: venir al examen. ¿Será un síntoma de la evaluación "a la boloñesa"?

No pasa nada. Corrijo: Fulano... 0,5; enter... "suspenso".


martes, 31 de agosto de 2010

Otro atardecer

Cada día la luz es distinta y estos días, que el sol se oculta cada vez más pronto, el cielo parece enrabietado.

domingo, 29 de agosto de 2010

Ensayos sobre la ciudad

Estos días he estado releyendo los ensayos que agrupan el último libro de María José González Ordovás: De formas y normas. A propósito del insincero poder del urbanismo (Valencia, editorial Tirant lo blanch, 2010, 158 págs.), que recomiendo a todos ustedes. Digo "releyendo" porque la mayoría de los capítulos del libro habían aparecido antes como artículos en revistas o libros colectivos, pero agrupados aquí, y bajo ese título, cobran nueva coherencia y actualidad.

María José González nos recuerda que, en el fondo, la forma es fondo y la ciudad no es simplemente el contexto de nuestras relaciones, sino las relaciones mismas: más que terreno, espacio u objeto, dice expresamente, la ciudad es una relación, una forma de relación. De ahí la importancia de volver la mirada y la reflexión hacia las transformaciones y la intervención sobre esa dimensión privilegiada de lo social que "somos".

Los ensayos que agrupa De formas y normas hacen un repaso crítico a esas transformaciones en un mundo vertebrado absolutamente por el consumo: la zonificación y la dispersión de las urbes actuales como nuevas estrategias de "guetificación", la privatización del espacio urbano, la "estética del contenedor", las estructuras posturbanas... Crítica del presente que no es necesariamente nostalgia de ningún pasado, María José parece compartir las palabras de Luis Martín-Santos cuando afirma que "La ciudad nació como hogar de libertades, de pactos, de participación, y convertirla en un decorado es una traición a su espíritu originario. Una traición que se pagará caro". Al leer los análisis y las reflexiones del libro, uno no puede dejar de pensar en las transformaciones de la ciudad en la que vive, en los grandes, pequeños —y en ocasiones incluso miserables— proyectos que vienen dado forma al espacio urbano en las últimas décadas, y con los que nuestros políticos locales siguen encarnando el viejo ideal ilustrado del jardinero, ahora al servicio de la globalización económica y del consumo.

Pero la reflexión crítica no está exenta de aspiración o deseo: "articular polis y urbs de modo adecuado a las nuevas realidades. Que la ciudad no sea Estado sin sociedad ni sociedad sin Estado, que la forma urbana no sea consagración legitimante de la desigualdad, que la administración de lo público procure los máximos niveles de justicia sin impedir la espontaneidad que en lo político llamamos libertad".

En algún lugar leí que un buen libro debería ayudar a conseguir al menos uno de estos cuatro objetivos: sabiduría, piedad, deleite y utilidad. En cierto modo, y a su manera, el libro de María José González ayuda en cada una de esas cuatro dimensiones.

viernes, 27 de agosto de 2010

Zona saturada

Como otras veces, ayer hice la experiencia de dormir en una casa contigua a lo que eufemísticamente la legislación urbanística llama "zona saturada" y que no es más que una calle en la que se concentran unos cuantos bares y, sobre todo, la gente pasa la noche de copas en la calle, hablando, cantando y gritando porque, al parecer, algunos individuos —e individuas, por supuesto— para pasárselo bien necesitan estar muchos, muy apretados y que haya mucho ruido. Desconozco por qué es así, pero lo es.

No es que se tratara de un experimento. Es que fui a pasar un par de días al pueblo y ahí tienen en qué se ha convertido eso de la tranquilidad de la vida rural. Lo de ayer tenía además su énfasis porque a eso de las 02:30 —de la madrugada, sí— entre ese marea de humanoides mareados apareció una charanga liderada por un descerebrado con megáfono que se acomodó durante un buen rato —no sólo él, la charanga entera— bajo la ventana de mi dormitorio. Supongo que el tontolaba del megáfono tenía algún título de animador sociocultural, porque se encargó de amenizar la velada para que el resto de las jóvenes ovejas bailaran y cantaran lo que él decía, y así disfrutamos durante una media hora de un intenso repaso a todo el repertorio del folclore popular más cutre: desde los más clásicos ("si te ha pillao la vaca jódete...") hasta los más recientes ("a por ellos oe, oe, oe"), pasando por todo tipo de sugerencias y peticiones, incluido el "cumpleaños feliz".

Uno de los vecinos me contaba esta mañana que él ayer (en puridad debería decir "hoy"), como otras noches, llamó a la policía municipal, pero que verdes las han segado. Nunca aparecen. Quien sabe si porque son ellos los que prefieren hacer la vista gorda o porque quienes les dirigen —el alcalde y compañía— no están dispuestos a tomar medidas que puedan calificarse de "represivas" con esos pobres chicos y chicas que al fin y al cabo no hacen otra cosa sino ejercer su humilde derecho a divertirse (aunque sea a gritos, dejando la calle hecha una guarrada y a costa del descanso, la salud y la integridad física y moral de los demás). Al fin y al cabo, nuestros políticos son progresistas y populares y además a ver si luego, si no, los jovencitos nos van a salir con cualquier tipo de complejos. Y seguramente, también, y al margen de cualesquiera otras hipótesis sobre la ordenación de los intereses de los representantes de la ciudad, porque qué mejor forma de tener bien reprimido al personal, sin que ellos lo sepan, que fomentar todo tipo de gregarismo.

De todas maneras, como no había quien pudiera pegar ojo, decidí imaginar un hipotético debate sobre la cuestión, que tal vez empezara cuando mi vecino, cansado de tanto folclore y ruido nocturno, bajara a preguntarle de forma absolutamente educada y cordial al fulano del altavoz:

— ¡Perdona, oye, una cosa...! (las admiraciones acompañan en todo momento porque ya se sabe que en esos ambientes, para entenderse, hay que hablar a gritos a la oreja del compañero)
—¡¿Sí...?!
—¡Oye, ya que estáis así!, ¿por qué no váis a tocar a casa de vuestra puta madre, o de la del alcalde, para que os ría la gracia?
—¡Hey, tío, no te pases! Si te molesta te vas...
—Sí, me molesta, pero no puedo irme, es que vivo aquí. Y aunque pudiera, ¿y si no quiero irme? Entiendo que si me echo a dormir en la puerta de una fundición siderometalúrgica va a haber ruidos, pero en el centro del pueblo, a las tres de la madrugada...
—Oye, abuelo, pues vete a protestarle al alcalde. ¿Dónde vamos a ir si no? La calle es de todos y nosotros también tenemos derecho a divertirnos.
—Por supuesto que es de todos, no sólo vuestra, y quienes vivimos aquí queremos dormir. Y seguro que el alcalde y la policía tiene su parte de culpa, pero la más importante te corresponde a tí, que eres el que está molestando. Si no, podría entenderse que quien atropella a una persona no es responsable porque no había un policía que lo impidiera...
—Oye oye, no te pases —dijo amenazante— que nosotros no hemos atropellado a nadie...

Aun iba a proseguir el debate, pero el responsable del tambor, con un rápido y fuerte toque sincopado anunció el inició de otra nueva melodía, a la que se sumaron el siguiente compás el saxofón, el trombón de varas y las trompetas, y que ahogó completamente las palabras de mi vecino, que trataba de insistir en que si realmente eran tan enrollados y divertidos y transgresores, por qué no iban a montar la juerga a casa del alcalde, o a la suya propia...

El del megáfono se dió la media vuelta y bailando y sonriendo le hizo un gesto a otro de sus colegas con el dedo en la cabeza para quitarle importancia al asunto y que no acabara en bronca. Quién sabe lo que hubiera ocurrido si en ese momento llega al fin la policía. Seguramente hubieran detenido a mi vecino, por provocador y alborotador, acusado de alterar la tranquilidad y el orden público.

jueves, 26 de agosto de 2010

El final de una época

Mi abuelo materno tenía un barquito. Bueno, tuvo varios, aunque no simultáneamente. Empezó con una pequeña barca de remos; con los años se pasó a una pequeña fueraborda; y luego a otro, más grande, intraborda, ganándo así progresivamente metros de eslora y par motor. Aunque yo los conocí todos, no recuerdo si finalmente fueron dos o tres. Era su hobby, y nosotros disfrutábamos también de él, aprendiendo mientras jugábamos a marineros.

Lo que sí recuerdo es el final de la historia, porque yo tenía entonces 17 años y estaba a bordo la mañana en la que se incendió el barco cuando estaba amarrado en el puerto, fruto al parecer de una mala combustión del motor, acumulación de gases y una pequeña explosión que lo incendió rápidamente todo y originó una intensa humareda que se convirtió en la noticia del día en toda la bahía.

Ese día mi abuelo estaba trabajando, así que le llamaron para decirle que el barco se había incendiado totalmente: "¿Le ha pasado algo a alguien?", preguntó él. "No", le dijeron, "pero te has quedado sin barco". "¿Pero todos estáis bien?", insistió. "Sí, sí, a nadie le ha pasado nada". "Pues entonces hay que celebrarlo", dijo.

Y así se hizo. Nos fuimos todos juntos a comer y a celebrar que estábamos bien, y que estábamos juntos, más allá del regusto amargo al humo y la ceniza que sin nosotros saberlo nos anunciaba el final de una época.

viernes, 20 de agosto de 2010

A vueltas con Bolonia

Leo en la prensa que el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas ha dicho, en un debate celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que algunos profesores de la Universidad española no sabrán adaptarse al cambio "brutal" que implica la entrada definitiva en el Espacio Europeo de Educación Superior, es decir, todo eso que popularmente se conoce como el "Plan Bolonia" (veáse aquí). No me cabe la menor duda; porque todo cambio implica resistencias.

Lo que no ha dicho tan claramente el presidente de los rectores españoles es que en general las Universidades públicas españolas, como instituciones, tampoco van a saber adaptarse al "brutal" cambio que debería implicar la puesta en marcha de eso que se ha dado en llamar el Plan Bolonia. En primer lugar, y sobre todo, porque los medios con los que cuentan son raquíticos y en general están mal administrados; segundo, porque políticamente sus rectores tampoco están dispuestos a tomar las decisiones "brutales" que realmente implica la necesaria reconversión universitaria; en tercer lugar, porque la propia organización administrativa de las Universidades Públicas plantea numerosos obstáculos para acometer la reforma en profundidad; y en cuarto, entre otras muchas más razones, porque seguramente la propia opinión pública -por así llamarla- tampoco estaría dispuesta a asumir realmente en todas sus implicaciones una nueva Universidad de calidad, y en muchos casos prefiere academias baratas en la puerta de su casa con tal de que le expidan un título.

De ahí que todo eso que se llama "Plan Bolonia", en realidad, en la mayoría de las ocasiones, no es más que una gran mentira: nuevos planes de estudio que o no tienen nada de nuevos o no se cumplen por falta de medios; o nuevas metodologías que no se llevan a la práctica porque no es posible. Pero, como siempre, y con ayuda de los especialistas, basta con poner nuevos nombres a las cosas para que todo parezca renovado. Otro día, si ustedes quieren, ponemos ejemplos.

No sé exactamente cuál es la relación que tiene todo esto, pero seguro que la tiene, con el hecho de que las propias Universidades españolas sigan sin conseguir hacerse un hueco entre las mejores universidades del mundo, a la vista del último ranking (ver aquí).

martes, 17 de agosto de 2010

Un pájaro volando en un bosque de molinos

El día es todo azul, como el mar, como la brisa
acariciando las plumas de los tamarindos.

Todo es luz alrededor, y yo soy sin embargo
un pájaro volando en un bosque de molinos.



(Abriendo la ventana, buscando qué decir
me encontré de repente en un día soleado
"la música lluviosa del verso alejandrino")

domingo, 15 de agosto de 2010

Las cosas que no pasan

La ciudad en fiestas. Aunque el viento viene frío del norte, rizando el mar, la calle es un bullicioso guirigay de gentes diversas fisgoneando y disfrutando todo tipo de espectáculos callejeros: aquí músicos y allá danzantes, gigantes y cabezudos, y vendedores de fuego y de humo por todas las esquinas.

En medio de todo ese carnavalesco mercado, discretamente, un hombre anciano se anuncia como "poeta e inventor de palabras". Su tenderete es humilde: una mesa plegable con varias cajas repletas de cientos de pequeños sobres de colores, del tamaño de una tarjeta de visita. De momento no tiene público -o clientela.

Me acerco a curiosear y me cuenta que en cada uno de los sobres hay pequeños "poemas de la vida" o palabras inventadas por él. Todas necesarias, me dice, y todas distintas. "Y de uso libre y sin derechos", añade. Me ofrezco a comprarle uno de sus poemas, escogiendo uno de los sobres al azar, y de paso me regala una de sus palabras. Dice el poema:

Cuando está inmóvil
arriba, la gaviota,
todo está quieto.

Luego abro el sobre de la palabra:

"Pernambulear": deambular por Pernambuco

jueves, 5 de agosto de 2010

Sin palabras






















No es verdad que una imagen valga más que mil palabras. Pero a falta de palabras -y resuello- después de una caminata magnífica y agotadora, no me queda más que una imagen. Adivinen dónde es.

sábado, 31 de julio de 2010

Gandhi y el Equipo A

Ayer me fui al cine. Tocaba una película de acción: de las que tienen dos "tes" (tiros y tortas); de esas cuyo único mérito —a falta de una historia interesante que contar, de algún valor sólido que transmitir o de una estética que crear— radica en su capacidad para mantener despierto y atento al espectador a base de explosiones y fuegos artificiales. Y ayer, al parecer, lo consiguió con la mayoría de los espectadores que había en la sala, que reían, jaleaban e incluso aplaudían las peripecias de los protagonistas en su lucha contra los malos malísimos. Incluso me dió la sensación que el público inspiraba más fuertemente —como impresionado en lo más hondo— en el momento en el que uno de los personajes recurría a la figura de Gandhi para justificar su opción por la violencia: porque lo importante al parecer, según el mensaje de la película, no son los medios utilizados, sino la coherencia y firmeza de los medios. Como lo oyen y lo ven: Gandhi convertido en el referente moral del Equipo A; o viceversa, el Equipo A como ejemplo de la filosofía moral de Gandhi. Pero si lo piensan bien, al fin y al cabo, ello no es sino una muestra más de la deriva política y moral de sociedades como las nuestras, que el año pasado aplaudían, puestos en pie, la concesión del premio nóbel de la paz al comandante en jefe del mayor ejército del mundo, después de que este renovara el escabroso compromiso de su gobierno en varias guerras.

jueves, 29 de julio de 2010

Las cosas que no pasan

Conversación telefónica (sin relación alguna con el comentario anterior):

—Servicio de información del ayuntamiento de X, dígame.
—Hola buenas tardes. Verá, tengo un sofá viejo del que quiero deshacerme y tengo entendido que llamándoles pasan ustedes a recogerlo para que no se quede tirado en la calle.
—Sí, así es, pero la recogida es sólo los domingos por la noche y tienen ustedes que bajarlo a la calle.
—No hay problema. Entonces, ¿lo bajo este domingo?
—De acuerdo, dígame su dirección para pasar a buscarlo.
—Avenida Y, número 108.
—A ver... un momento... No, no puede ser, hay un problema. En mi base de datos no aparece esa dirección, no existe. Sólo está hasta el número 86.
—Oiga, que yo estoy llamándole desde aquí, esquina con la calle Z; y esto está lleno de casas desde hace muchos años.
—No puede ser. Lo siento. Dígame otro número más bajo.
—...

lunes, 26 de julio de 2010

Cultura de residuos

Los filósofos pensaron que los límites del mundo estaban en el lenguaje y los burócratas, alborozados, concluyeron que para cambiar el mundo bastaba con reinventar las palabras que lo nombran. Y así surgió una nueva era, verborreica y logolaxa, con gusto por los tecnicismos y la neolengua. El "portero" de la casa, por ejemplo, dejó de ser tal para convertirse en "guardián de finca urbana" y el "recreo" escolar se convirtió en un simple "segmento de ocio". Los universitarios —y los pedagogos ni les cuento— somos especialmente proclives al uso de fórmulas políticamente correctas. Seguro que ustedes conocen más y peores ejemplos. El lenguaje al servicio del poder.

Uno de los recursos característicos de esta nueva ingeniería del lenguaje es, sin lugar a dudas, el eufemismo, que el Diccionario de la RAE define como una "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante". Y un ejemplo típico de eufemismo lo constituye lo que en nuestras ciudades se ha venido en llamar el "punto limpio", nombre utilizado en la nueva jerga para referirse a lo que antes era simplemente el "basurero", y que en realidad designa lo contrario de lo que nombra.

Esta tarde, paseando por la ciudad, me he topado con uno de esos "puntos limpios" que por causalidades de la vida se había convertido en una metáfora de nuestra sociedad desarrollada. A falta de una cámara fotográfica, les relato la imagen: Se trataba de una señal de "punto limpio", lugar de recogida de basuras donde periódicamente acude un camión del servicio de limpieza del Ayuntamiento, para llevarse materiales reciclables o especialmente contaminantes. La señal es explícita: "Punto limpio. Recogida"... de basuras.

La señal está colocada en la mitad, aproximadamente, de una de las calles típicas de la ciudad en la que vivo (para mis paisanos, adivinen ustedes cuál: transitada, turística, comercial, decimonónica...), en una pequeña placita, justo detrás de uno de los bancos de madera donde la gente se sienta a descansar, o charlar o dar de comer a las palomas; y en el que en esos momentos estaba echado un vagabundo. Alguien podrá pensar que, como no lo vemos, la miseria ya no transita por enormes basureros azotados por las gaviotas. Descansa plácidamente en puntos limpios con recogida en horario de mañana y tarde, dos días por semana. ¿"Vidas sobrantes"? (Claude Lefort) ¿"Cultura de residuos"? (Z. Bauman). Quién sabe.

sábado, 24 de julio de 2010

La excepción y la norma

Día de playa. Me he venido con una carpeta llena de papeles para un trabajo que tengo que acabar, y que por la tarde reviso durante un buen rato con más voluntad que ganas, haciendo oídos sordos a la brisa, al canto de los pájaros y al rumor de las olas, que es todo junto como una permanente llamada en el hombro.

El contenido de los papeles también echa para atrás: son una pequeña pero espesa fronda de reglamentos locales de participación ciudadana, que dan sensación más de maleza que de bosque. Después de leerlos detenidamente uno tras otro, uno ya no sabe qué es peor, si que nuestros legisladores -municipales, en este caso- tengan imaginación o que carezcan de ella. El caso es que mientras trabajo en ellos no puedo quitarme de la cabeza un chascarrillo que leía el otro día en un libro sobre un extraño pájaro escrito por el fecundo historiador, desaparecido hace un par de años, J. I. Tellechea.

La anécdota me recordaba una norma que yo también conocí de (más) joven. Cuando la vi posiblemente ya no estaba en vigor, pero recuerdo que en la entrada de un pueblo del somontano del Moncayo hace unos cuantos años todavía se leía el cártel en el que se anunciaba al viajero que estaba prohibido blasfemar en todo el término municipal. Tellechea, por su parte, contaba que como era sabido que las mulas sólo arreaban a fuerza de gritos "que gramáticos distraídos calificarían de simples interjeciones y los moralistas hasta los más laxos de blasfemia", en un pueblo navarro un alcalde prohibió severamente blasfemar incluso yendo con mulas, "excepto si iban cuesta arriba". No hay nada como legislar con sentido común para que la norma se revele en toda su tontuna.

Aún me aplico un rato más a desbrozar la selva reglamentaria, alimentando mi escepticismo en la búsqueda de su oculta racionalidad, antes de claudicar a la llamada en el hombro. La de la brisa y los pájaros y las olas...

jueves, 22 de julio de 2010

Relámpago

En la noche, a lo lejos, la tormenta: el atrevimiento del rayo, empeñado en que empiece el nuevo día.

lunes, 19 de julio de 2010

Alfonso Comín

Esta semana, el viernes día 23, hace treinta años que murió Alfonso Carlos Comín. Político e intelectual, Comín apostó con radicalidad desde su juventud por un compromiso que nacía de su profunda experiencia religiosa y de una reflexión política que hundía sus raíces a la vez en las figuras de Charles de Foucauld y de Emmanuel Mounier. Y a través de este último, en el marxismo.

Con esos y otros mimbres, Alfonso Comín fue entretejiendo una vida militante que le llevó a trabajar con el mundo obrero, a pasar por la cárcel y a comprometerse políticamente como dirigente en partidos de izquierda como el famoso "Felipe" —o su referente catalán, el FOC—, "Bandera Roja" o el PSUC y el PCE, y a impulsar el movimiento "Cristianos por el socialismo", del que fue un referente en España. Quizás el título de uno de sus libros —Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia— pudiera servir como resumen de la tensión activa y creativa desde la que concebía su propia militancia, caracterizada por la defensa de la expresión pública —y política— de la fe, por la dimensión colectiva —y católica— del compromiso y por una insobornable esperanza nacida de la experiencia de la Pascua.

Estos días, he celebrado el recuerdo de Comín leyendo dos libros aparecidos recientemente sobre su figura: Comín, mi amigo, de José Antonio González Casanova, catedrático de Derecho Constitucional y compañero de algunas de las aventuras religiosas, políticas y culturales de juventud de Comín (El Lector Universal, 2010); y La cruz y el martillo, del historiador Francisco Martínez Hoyos (Ediciones Rubeo, 2009). Son dos libros a la vez contrapuestos y complementarios: El de González Casanova más próximo a la memoria testimonial y a la reconstrucción casi hagiográfica del personaje; el de Martínez Hoyos más basado en la confrontación de testimonios y fuentes diversas, buscando una semblanza más objetiva, lo que hace también que se muestre un perfil de Comín más contradictorio —que a González Casanova, incomprensiblemente en mi opinión, parece doler. Pero quizás una de las lecciones de esas contradicciones que la vida y obra de Comín nos puede transmitir es la que él mismo aprendió de su maestro Mounier: que el compromiso político —como todo compromiso— es por definición imperfecto.

Cuando hace años conocí la figura y la obra de Comín, la relacioné inmediatamente con la de otro gran testigo del siglo XX: Simone Weil. El Comín expulsado del partido en el que entonces militaba —acusado al parecer de excesivo "testimonialismo"— a raíz de su traslado a Málaga a vivir con su mujer en un barrio obrero —"a lo padre Llanos", podríamos decir— y sus confrontaciones permanentes y directas con quienes le conocieron, me recordaban el famoso encuentro entre Simone Weil y Simone de Beauvoir: "se ve que usted no ha pasado nunca hambre" le espetó en cierta ocasión la "virgen roja" a la compañera de Sartre. Al leer el libro de Martínez Hoyos, he visto confirmada esa intuición en las palabras de uno de los amigos de Comín, el sociólogo Salvador Giner, que lo caracterizaba así: "Admirable e irritante, como Simone Weil".

Comín murió en 1980 aún joven (no había cumplido los 47 años), dejando sin embargo tras de sí una amplia obra escrita (sus Obras agrupan más de 6.000 páginas de escritos agrupados en siete volúmenes) y una intensa militancia política y cultural que la Fundación que lleva su nombre trata de conservar y difundir. Hoy, avivando su recuerdo, he buscado reencontrarme con el Comín que yo conocí hace algo más de veinte años: el de sus libros, el que trabajaba en La reconstrucción de la Palabra. Y realmente no parece que hayan pasado 30 años, sino cien. La búsqueda de Comín —porque eso es también la fe, según él, una intensa e interminable búsqueda— y su intento de conciliar teóricamente y en la práctica marxismo y cristianismo, hoy día podrían parecer a muchos algo trasnochado y demodé, en estos tiempos líquidos en los que todo lo sólido se desvanece en el aire. Y sin embargo, seguimos buscando en medio de la incertidumbre.

En el último número de la mounieriana revista Acontecimiento (95/2010), leía estos días un artículo sobre las "personas-faro", aquellas que "iluminan la existencia de las personas que les rodean". No cabe duda de que Alfonso Comín, por lo que conocemos, fue en vida una de ellas, aunque su luz pudiera a veces incluso molestar —porque todo destello es siempre molesto. Y hoy día, su obra y su recuerdo siguen siendo una importante referencia, aunque parezca débil o lejana, como un faro que ilumina; porque lo propio de los faros no es atraer hacia sí a quienes navegan en la oscuridad, sino servir de referencia para evitar que otros encallen en su propia travesía.

domingo, 18 de julio de 2010

"Mindundi"

De excursión. A comer migas y charrar y chafardear durante un buen rato. Sí, ya sé que la palabra "chafardear" no está en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Ni esa ni muchas otras que salpicaban la sobremesa en la bodega: encorrer, reglotar, farto, mindundi... Alguien comenta que con motivo de alguna de las últimas ediciones del diccionario de la RAE, se abrió un procedimiento —telemático— para que la gente pudiera hacer sugerencias sobre aquellas palabras que consideraba conveniente incorporar o conservar, y que "mindundi" había sido una de esas sugerencias, pero que no había sido aceptada.
—Parece mentira —dice alguien—, con la de mindundis que hay o "habemos" por ahí sueltos.
—A lo mejor lo hacen por eso, para que no se note.

Aún queda rato, después de comer, para descansar en silencio, arrullados por el canto de los pájaros, las campanadas periódicas del reloj de la iglesia y las conversaciones escasas que en algún momento suben y bajan desde la calle. Luego de vuelta, conduciendo entre viñedos, dejamos atrás el monte que surgió del mar hace tres mil millones de años y que nos bendice impasible y lejano, como un dios dormido.

jueves, 15 de julio de 2010

Coma

Vuelvo de viaje, después de pasar día y medio en un curso de verano, toco chufa en casa y me meto en otro viaje. Cuando estoy llegando a mi destino, ya es de noche. A los dos lados de la carretera, las luces de pequeños pueblos iluminan débilmente paisajes vacíos y en lo alto la luna, como una coma aislada, sugiere una breve pausa indefinida.

lunes, 12 de julio de 2010

Futuro imperfecto

Hace mucho calor y no tengo aire acondicionado. Y se hace difícil trabajar. Uno corre el riesgo de pensar que, en otras condiciones, podría trabajar con más provecho. Seguramente sí; o seguramente no. Es una tentación que nos acompaña siempre: dilatar o posponer nuestros compromisos, nuestros proyectos, nuestras tareas, nuestros retos, a un futuro que nunca va a existir. Y ahora que estamos "en crisis", más todavía. Pero en realidad, sabemos que nunca tendremos el tiempo suficiente, ni la tranquilidad necesaria, ni bastante salud, para lo que nunca saldrá de nuestras cabezas. Es el riesgo de abandonarse a un futuro que siempre será imperfecto; el presente, en cambio, es simple.

Pienso en eso, esta tarde, mientras descanso un rato escuchando el Cuarteto para el fin de los tiempos, de Olivier Messiaen y leo el libro de Rebecca Rischin en el que cuenta la historia de su composición y estreno, el 15 de enero de 1941, en un campo de prisioneros alemán al este de Görlitz, donde el compositor francés se encontraba prisionero. Para los que conocen la música de Messiaen la historia no es nueva: allí, en el Stalag VIII-A, el organista francés concluyó la composición que había iniciado poco antes de una obra enigmática e inquietante, como el anuncio del Apocalipsis en el que está inspirada. Y allí se estrenó, un día helado de enero de 1941, con instrumentos medio rotos, ante una audiencia de unas cinco mil personas, la mayoría legos en música contemporánea, pero capaces de descubrir el mensaje del canto de los pájaros que el músico —y ornitólogo— Messiaen era capaz de reproducir en la partitura. "Nunca antes había sido escuchado con tanta atención y comprensión", dijo Messiaen en una entrevista. Uno de los acontecimientos más importantes de la música del siglo XX nació así: en un campo de prisioneros. Como una parturienta, la auténtica tarea, el compromiso o el reto —la obra de arte en este caso— nunca puede esperar a que las condiciones mejoren.

viernes, 9 de julio de 2010

¿Eh?

"El más tonto es el que, cuando hace falta, no sabe hacerse el tonto", me dice P. Y el menos listo el que va de listo, podríamos añadir.

jueves, 8 de julio de 2010

Los pilares de la paz

En el viaje relámpago del otro día me volví con un par de libros de Santa María de Huerta. Ninguno es novedad, pero los dos son actuales. Uno de ellos es La esperanza invencible, una recopilación de textos de Christian de Chergé, el monje trapense que fuera abad del monasterio de Nuestra Señora del Atlas, cerca de Tibhirine, en Argelia. Junto a otros seis compañeros de nacionalidad francesa, fue secuestrado en marzo de 1996 por el GIA (Grupo Islámico Armado) y asesinado tres meses después. Como superior del monasterio en el que vivía, y profundo conocedor de la cultura árabe y del país en que había decidido entregarse, De Chergé había impulsado un grupo interreligioso de oración que reunía a cristianos y musulmanes.

Empiezo el libro por el final y lo leo a saltos. Dadas las circunstancias en las que vivían y la amenaza constante que sufrían, hay muchos textos en los que el monje medita el previsible y fatal desenlace, incluido el que se convirtió en una especie de testamento póstumo que publicó el diario La Croix en mayo de 1996 (puede leerse un extracto aquí).

En el último de los textos que recoge el libro, una meditación sobre la cuaresma del 8 de marzo de 1996, el monje trapense resume en cinco palabras, a modo de regla mnemotécnica, los pilares de la paz: Paciencia, Pobreza, Presencia, Plegaria y Perdón. Y añade: "Como por azar, Perdón es el primer nombre de Dios en la letanía de los 99, Ar Rahman, Ar Rahman. Y la paciencia es el último de los 99, Es Sabour. Pero Dios mismo es pobre, Dios mismo está presente, y Dios mismo es plegaria. He aquí la paz que Dios da. No es como la que da el mundo".

martes, 6 de julio de 2010

Viaje

Viaje en el día a Madrid, ir y volver en coche, para llevar a I. al aeropuerto. Seguimos así, todos, el aprendizaje de la tensión entre el desarraigo y el enraízamiento. Quienes mejor aprendieron esa tensión —lo cuenta la Carta a Diogneto, un escrito anónimo del siglo II atribuido a la tradición de Pablo de Tarso— son aquellos que "habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña".

Al volver, aprovecho para descansar un rato visitando el Monasterio de Santa María de Huerta. Paseo solo, despacio, por el viejo monasterio, acompañado de un constante zureo de palomas. ¿Qué se estarán diciendo?

miércoles, 30 de junio de 2010

Música de baile

Ya es tarde, pero como es verano, el cielo verdoso conserva aún la luz del sol ya desaparecido del escenario. La noche se predice luminosa. Me asomo a la ventana, a disfrutar del silencio y la temperatura —la tregua nocturna al calor sofocante. Aquí y allá, en alguna ventana a oscuras, alguien hace lo mismo que yo, con la mirada puesta más allá de todo, como si tratara de adivinar algún oráculo en las volutas de humo de su cigarro. Y supongo que, como yo, escuchándose.

Entre los sonidos que llegan de no sé donde, creo percibir lejana, como amortiguada, música de baile. Puede venir de cualquier parte. Tal vez es el eco de algún programa de televisión, pero no lo parece. A mi me recuerda la música que, de niño, me servía de arrullo los fines de semana, en noches como esta, cuando había baile en el local en frente de casa en el pueblo donde vivía. Mientras yo miraba al techo, fijando la mirada en alguna delgada línea de luz que entrara por la puerta o la ventana, un runrún de baladas o pasodobles se colaba por todas las rendijas para iluminar la noche.

Aguzo el oído, tratando de cerciorarme de la música y de su procedencia, pero resulta imposible e incluso parece apagarse. Tal vez es sólo un recuerdo de aquellas noches de la infancia o tal vez es un regalo anónimo, como entonces.