Una de las fuentes de reflexión de este pájaro es el blog de Juan Antonio García Amado, que recomiendo a quienes no lo conozcan. En uno de los últimos comentarios, desde Ecuador, nos informaba sobre una disposición contenida en los reglamentos que regulan el acceso en Ecuador a cargos como Defensor del Pueblo, miembro del Tribunal Contencioso Electoral o Fiscal General del Estado, entre otros, en la que se premiaba con dos puntos en la evaluación de los méritos a las personas "con orientación o identidad sexual pertenencientes al grupo GLTB (gays, lesbianas, bisexuales y transexuales), acreditado con declaración juramentada o certificado de organizaciones GLTB".
Me da la sensación de que con esto de querer estar a la altura del progreso, nos estamos inventando normas de discriminación positiva que no son más que meras normas discriminatorias. Pero en todo caso, el ejemplo ecuatoriano me ha recordado el cuento con el que Amartya Sen ilustra el problema sobre la justicia al que dedica su último libro (La idea de la justicia, Taurus, 2010): Tres niños (o niñas, entiéndase que estoy hablando sin distinción de sexo) se disputan una flauta. El primero alega que es el único de los tres que sabe tocarla; el segundo, que es el único tan pobre que carece de juguetes propios; y el tercero dice que es el que ha elaborado la flauta con sus propias manos. ¿A quién daremos la flauta?¿y no habrá que ensanchar el grupo de niños, para incluir a quienes aleguen, por ejemplo, los supuestos que señala la mencionada norma y muchos otros? Voy a seguir leyendo el libro a ver si encuentro alguna solución.
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