En los Diálogos post-seculares de G. Amato y V. Paglia (Icaria, 2006), leo que "El físico Franco Rossetti, brazo derecho de Enrico Fermi, en cuanto se dio cuenta de que las investigaciones que estaban llevando a cabo tenían por objetivo la realización de una potentísima arma de destrucción de efectos incalculables, se negó a participar en ellas. Es una figura poco conocida, pero resulta un ejemplo significativo de que la ciencia y la ética, si dialogan , aportan un plus de racionalidad" (pp. 50-51).
Rebusco en Internet a ver si me entero un poco más de quién era ese tal Rossetti, de las razones de su postura y de las consecuencias y circunstancias de su decisión, pero de momento no encuentro nada. Seguramente no he buscado bien; o tal vez fuera una figura de segunda fila; o posiblemente, también, a muy pocos interesó entonces (y ahora) su postura. Y de ahí que haya quedado silenciada. En todo caso, si se escucha, a veces el silencio dice más que las palabras. "Niente riesce a cantare il silenzio meglio di voi" (Alda Merini). Sigamos pues buscando; peguemos el oído.
Esa misma reflexión me hago yo cuando estudio los derechos de los animales y sigo siendo ómnívora. Y hasta que no resuelva ese conflicto ético, creo que no podré hacer ciencia. EStoy en ello.
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