domingo, 14 de marzo de 2010

El final de la entrevista

Me contó que un sábado por la mañana, mientras conducía su taxi, cambió el dial de la radio y escuchó el final de una entrevista —la despedida— entre una periodista afectada de si misma y un escritor famoso. Antes de despedirse del todo, el escritor concluía con una frase-sentencia que parecía ser el resumen de la conversación que ambos —periodista y escritor— habían mantenido y él —el conductor— no había escuchado: "lo peor del mundo —dijo el intelectual radiofónico— es tener creencias y pensar que las tuyas son las buenas". ¡Menudo resumen!, pensó él.

Por lo que decía, su primera reacción al escuchar la frase fue la sorpresa (que un escritor de la talla del que hablaba, cuyos libros él había leído y disfrutado, dijera semejante estupidez y tan mal dicha... ¡quiere decir que todos podemos decirlas!), luego el análisis (¿quiere eso decir que es malo tener creencias o lo malo es tenerlas pensando que son buenas?...) y finalmente la reflexión (¿no es eso tanto como decir que es malo tener ideas y pensar que son correctas?¿lo bueno entonces es tener malas ideas o malas creencias?...).

Sí, añadió, ya sé que lo que el entrevistado quiso decir es que lo malo es despreciar al otro, menospreciarlo por el hecho de no compartir nuestras ideas o nuestras creencias, o perseguirlo y discriminarle por ello; pero quizás es eso lo que debería haber dicho y no lo que dijo, y que se puede acoger al otro además y respetarlo, aunque uno piense que está equivocado. Mientras me daba el cambio, antes de que yo abandonara el taxi, y sin citar su autoría, me recordó la frase del filósofo Roger Scruton, que yo ya conocía: "El hombre que te dice que la verdad no existe te pide que no le creas. Así que no lo hagas".

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