martes, 5 de octubre de 2010

Libros

Hay libros que, por muy voluminosos que sean, se leen como un adolescente se zampa un enorme y suculento bocata; los hay que, por muy interesantes que nos los presenten, se nos atragantan como un plato frío de lentejas; y hay algunos pequeños, casi insignificantes, que sin embargo tomamos a pequeños sorbos, alargando la lectura, saboreando cada una de sus palabras. Y todos nos dejan con hambre.

"Un libro —dice Christian Bobin—, un verdadero libro, no es alguien que nos hable, es alguien que nos oye, que sabe oirnos".

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