Llevo toda la tarde dándole vueltas en la cabeza a un reportaje que publicaba hoy el diario El País, sobre una sentencia del Tribunal Supremo en la que se resuelve un caso de los que se conocen como wrongful birth (nacimiento equivocado). A saber: unos padres que reclamaban patrimonialmente por un diagnóstico prenatal erróneo que privó a la madre de la posibilidad de decidir sobre si abortar o no. El debate no es nuevo. Y el Tribunal Supremo, como hizo previamente el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, les ha dado la razón, e incluso, al parecer, ha ido más allá en su argumentación. Pero como no tengo todavía ninguna de las dos Sentencias, me reservo el comentario y la opinión para cuando consiga leerlas. Ya saben que en esto del derecho, tan importante es la decisión como las razones que la avalan. A veces, con buenos argumentos tomamos malas decisiones y en otras ocasiones decidimos bien pero argumentamos mal. Y como en el reportaje periodístico se mezclan diferentes argumentos y opiniones, prefiero esperar a ver qué ha dicho realmente el Tribunal.
Sin embargo, entre esas opiniones que recoge el reportaje periodístico (que yo he leído en la versión digital de El País y puede consultarse aquí), hay una que me ha llamado la atención: Según su experiencia, dice uno de los expertos consultados por el periódico, "quien se opone al wrongful birth lo hace por cuestiones ideológicas, no jurídicas".
La afirmación me sorprende porque es un argumento que se está convirtiendo en un lugar común últimamente, que ya he visto esgrimir a propósito de otros asuntos y porque así enunciado resulta un tanto falaz (en mi modesta opinión). Siempre pensamos que nuestras posturas se fundamentan en razones mientras que los demás las sostienen sobre creencias. Pero lo cierto es que tanto en uno como en otro caso las argumentaciones suelen remitir a valores o principios cuyo fundamento último es ideológico.
Entiéndaseme: no estoy adoptanto una posición en torno a la cuestión del "nacimiento equivocado" (no todavía, antes de conocer el fundamento de las sentencias) sino sobre las condiciones para adoptar esa posición. Por supuesto que quienes se oponen a la doctrina del "wrongful birth" lo hacen por razones ideológicas; pero las razones de quienes defienden esa doctrina son también igualmente ideológicas —aunque diversas, imagino. La cuestión es sí esas razones, tanto en uno como en otro caso, encuentran además algún fundamento doctrinal o normativo —jurisprudencial, legal, constitucional. Dicho de otra forma: en cuestiones como la que refiere el reportaje, puede que el debate no tenga lugar sólo entre juristas —de un lado— y moralistas o ideólogos —de otro—, como podrían pensar algunos, sino entre juristas de ideología diversa.
Sin embargo, entre esas opiniones que recoge el reportaje periodístico (que yo he leído en la versión digital de El País y puede consultarse aquí), hay una que me ha llamado la atención: Según su experiencia, dice uno de los expertos consultados por el periódico, "quien se opone al wrongful birth lo hace por cuestiones ideológicas, no jurídicas".
La afirmación me sorprende porque es un argumento que se está convirtiendo en un lugar común últimamente, que ya he visto esgrimir a propósito de otros asuntos y porque así enunciado resulta un tanto falaz (en mi modesta opinión). Siempre pensamos que nuestras posturas se fundamentan en razones mientras que los demás las sostienen sobre creencias. Pero lo cierto es que tanto en uno como en otro caso las argumentaciones suelen remitir a valores o principios cuyo fundamento último es ideológico.
Entiéndaseme: no estoy adoptanto una posición en torno a la cuestión del "nacimiento equivocado" (no todavía, antes de conocer el fundamento de las sentencias) sino sobre las condiciones para adoptar esa posición. Por supuesto que quienes se oponen a la doctrina del "wrongful birth" lo hacen por razones ideológicas; pero las razones de quienes defienden esa doctrina son también igualmente ideológicas —aunque diversas, imagino. La cuestión es sí esas razones, tanto en uno como en otro caso, encuentran además algún fundamento doctrinal o normativo —jurisprudencial, legal, constitucional. Dicho de otra forma: en cuestiones como la que refiere el reportaje, puede que el debate no tenga lugar sólo entre juristas —de un lado— y moralistas o ideólogos —de otro—, como podrían pensar algunos, sino entre juristas de ideología diversa.
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