lunes, 26 de julio de 2010

Cultura de residuos

Los filósofos pensaron que los límites del mundo estaban en el lenguaje y los burócratas, alborozados, concluyeron que para cambiar el mundo bastaba con reinventar las palabras que lo nombran. Y así surgió una nueva era, verborreica y logolaxa, con gusto por los tecnicismos y la neolengua. El "portero" de la casa, por ejemplo, dejó de ser tal para convertirse en "guardián de finca urbana" y el "recreo" escolar se convirtió en un simple "segmento de ocio". Los universitarios —y los pedagogos ni les cuento— somos especialmente proclives al uso de fórmulas políticamente correctas. Seguro que ustedes conocen más y peores ejemplos. El lenguaje al servicio del poder.

Uno de los recursos característicos de esta nueva ingeniería del lenguaje es, sin lugar a dudas, el eufemismo, que el Diccionario de la RAE define como una "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante". Y un ejemplo típico de eufemismo lo constituye lo que en nuestras ciudades se ha venido en llamar el "punto limpio", nombre utilizado en la nueva jerga para referirse a lo que antes era simplemente el "basurero", y que en realidad designa lo contrario de lo que nombra.

Esta tarde, paseando por la ciudad, me he topado con uno de esos "puntos limpios" que por causalidades de la vida se había convertido en una metáfora de nuestra sociedad desarrollada. A falta de una cámara fotográfica, les relato la imagen: Se trataba de una señal de "punto limpio", lugar de recogida de basuras donde periódicamente acude un camión del servicio de limpieza del Ayuntamiento, para llevarse materiales reciclables o especialmente contaminantes. La señal es explícita: "Punto limpio. Recogida"... de basuras.

La señal está colocada en la mitad, aproximadamente, de una de las calles típicas de la ciudad en la que vivo (para mis paisanos, adivinen ustedes cuál: transitada, turística, comercial, decimonónica...), en una pequeña placita, justo detrás de uno de los bancos de madera donde la gente se sienta a descansar, o charlar o dar de comer a las palomas; y en el que en esos momentos estaba echado un vagabundo. Alguien podrá pensar que, como no lo vemos, la miseria ya no transita por enormes basureros azotados por las gaviotas. Descansa plácidamente en puntos limpios con recogida en horario de mañana y tarde, dos días por semana. ¿"Vidas sobrantes"? (Claude Lefort) ¿"Cultura de residuos"? (Z. Bauman). Quién sabe.

1 comentario: