Leo en la prensa que el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas ha dicho, en un debate celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que algunos profesores de la Universidad española no sabrán adaptarse al cambio "brutal" que implica la entrada definitiva en el Espacio Europeo de Educación Superior, es decir, todo eso que popularmente se conoce como el "Plan Bolonia" (veáse aquí). No me cabe la menor duda; porque todo cambio implica resistencias.
Lo que no ha dicho tan claramente el presidente de los rectores españoles es que en general las Universidades públicas españolas, como instituciones, tampoco van a saber adaptarse al "brutal" cambio que debería implicar la puesta en marcha de eso que se ha dado en llamar el Plan Bolonia. En primer lugar, y sobre todo, porque los medios con los que cuentan son raquíticos y en general están mal administrados; segundo, porque políticamente sus rectores tampoco están dispuestos a tomar las decisiones "brutales" que realmente implica la necesaria reconversión universitaria; en tercer lugar, porque la propia organización administrativa de las Universidades Públicas plantea numerosos obstáculos para acometer la reforma en profundidad; y en cuarto, entre otras muchas más razones, porque seguramente la propia opinión pública -por así llamarla- tampoco estaría dispuesta a asumir realmente en todas sus implicaciones una nueva Universidad de calidad, y en muchos casos prefiere academias baratas en la puerta de su casa con tal de que le expidan un título.
De ahí que todo eso que se llama "Plan Bolonia", en realidad, en la mayoría de las ocasiones, no es más que una gran mentira: nuevos planes de estudio que o no tienen nada de nuevos o no se cumplen por falta de medios; o nuevas metodologías que no se llevan a la práctica porque no es posible. Pero, como siempre, y con ayuda de los especialistas, basta con poner nuevos nombres a las cosas para que todo parezca renovado. Otro día, si ustedes quieren, ponemos ejemplos.
No sé exactamente cuál es la relación que tiene todo esto, pero seguro que la tiene, con el hecho de que las propias Universidades españolas sigan sin conseguir hacerse un hueco entre las mejores universidades del mundo, a la vista del último ranking (ver aquí).
Lo que no ha dicho tan claramente el presidente de los rectores españoles es que en general las Universidades públicas españolas, como instituciones, tampoco van a saber adaptarse al "brutal" cambio que debería implicar la puesta en marcha de eso que se ha dado en llamar el Plan Bolonia. En primer lugar, y sobre todo, porque los medios con los que cuentan son raquíticos y en general están mal administrados; segundo, porque políticamente sus rectores tampoco están dispuestos a tomar las decisiones "brutales" que realmente implica la necesaria reconversión universitaria; en tercer lugar, porque la propia organización administrativa de las Universidades Públicas plantea numerosos obstáculos para acometer la reforma en profundidad; y en cuarto, entre otras muchas más razones, porque seguramente la propia opinión pública -por así llamarla- tampoco estaría dispuesta a asumir realmente en todas sus implicaciones una nueva Universidad de calidad, y en muchos casos prefiere academias baratas en la puerta de su casa con tal de que le expidan un título.
De ahí que todo eso que se llama "Plan Bolonia", en realidad, en la mayoría de las ocasiones, no es más que una gran mentira: nuevos planes de estudio que o no tienen nada de nuevos o no se cumplen por falta de medios; o nuevas metodologías que no se llevan a la práctica porque no es posible. Pero, como siempre, y con ayuda de los especialistas, basta con poner nuevos nombres a las cosas para que todo parezca renovado. Otro día, si ustedes quieren, ponemos ejemplos.
No sé exactamente cuál es la relación que tiene todo esto, pero seguro que la tiene, con el hecho de que las propias Universidades españolas sigan sin conseguir hacerse un hueco entre las mejores universidades del mundo, a la vista del último ranking (ver aquí).
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