Tres reflexiones —"hauerwasianas"— a propósito del ejemplo del pacifismo cristiano de los hermanos Berrigan (al que nos referíamos en el comentario anterior):
(1) La noviolencia no elude el conflicto; al contrario, más bien lo exige: conflicto con los poderes del mundo que mantienen la apariencia del orden mediante la amenaza y la violencia.
(2) Sin perjuicio del compromiso individual, la noviolencia es una apuesta esencialmente comunitaria: que se ejerce en comunidad y construye comunidad.
(3) La noviolencia no es una forma de protegerse, sino de "exponerse", una forma de búsqueda, pero no de cualquier modo ni a cualquier precio, de la justicia y la verdad —aunque esas palabras para algunos hayan perdido todo su sentido. "Ser cristiano —dice S. Hauerwas— significa que tú nunca puedes protegerte de la verdad".
Corolario: aprender eso también significa preguntarse qué es uno mismo.
(1) La noviolencia no elude el conflicto; al contrario, más bien lo exige: conflicto con los poderes del mundo que mantienen la apariencia del orden mediante la amenaza y la violencia.
(2) Sin perjuicio del compromiso individual, la noviolencia es una apuesta esencialmente comunitaria: que se ejerce en comunidad y construye comunidad.
(3) La noviolencia no es una forma de protegerse, sino de "exponerse", una forma de búsqueda, pero no de cualquier modo ni a cualquier precio, de la justicia y la verdad —aunque esas palabras para algunos hayan perdido todo su sentido. "Ser cristiano —dice S. Hauerwas— significa que tú nunca puedes protegerte de la verdad".
Corolario: aprender eso también significa preguntarse qué es uno mismo.
Imposible explicarlo mejor, Pájaro Pinto.
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