Escribía E. Lévinas en Difícil libertad: "Es necesario pues no aceptarse espontáneamente y, en consecuencia, comenzar por tomar distancias con respecto a sí, verse desde fuera, reflexionar sobre sí; compararse con los otros, reducir pues esta identidad personal que uno es en otros tantos indicios, atributos, contenidos, cualidades, valores; analizarse, acuñarse. La institución que encarna este espíritu se llama Universidad".
Vivimos una época en la que la Universidad (y sus rersponsables) ha (¿hemos?) renunciado a ese espíritu de libertad, de reflexión y crítica; y son un puñado de jóvenes estudiantes (y algunos profesores), auténticos héroes de nuestro tiempo, quienes lo están manteniendo, a cara descubierta. Vergüenza para los primeros, respeto para los últimos.
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